Muchas personas que nos consultan se quedan sorprendidas cuando se enteran que los psicólogos y psicoterapeutas no medicamos y más cuando transmitimos que el trabajo o técnica psicoterapéutica se realiza básicamente a través de la palabra; mejor dicho que el proceso terapéutico lo llevaremos a cabo a través de la comunicación verbal y la no verbal.

Para comprender éste mecanismo nos remontaremos a Iván Pávlov quien en su trabajo sobre la sugestión y la autosugestión, confirió a la palabra un valor terapéutico y profiláctico. Pávlov dijo que la autosugestión se produce por acción sugestiva de los procesos corticales que se relacionan con el segundo sistema de señalas (estímulos verbales). Proceso que explicaría fenómenos como el embarazo imaginario o la estigmatización de fanatismos religiosos o de alguna otra ideología.

Hoy en día, la mayoría de personas poseemos grandes cantidades de información como nunca antes el ser humano había poseído o tenido tan a mano. A partir de ello, por ejemplo podríamos tener la ventaja de conocernos mejor, sin embargo lo que dificulta ésta posibilidad es la poca profundidad con la que tendemos a conocer las cosas.

Una conversación que se lleve a cabo a través de palabras expresadas con tonos pausados, respetuosos y empáticos; un oído atento y receptor, con una mente alerta y paciente, son elementos que dan el impulso necesario para que actúen y fluyan el conocimiento, la reflexión, las preguntas, el discernimiento y la comprensión de la situación.

En las sesiones preliminares, los terapeutas hacemos la “anamnesis”, que consiste en traer a la memoria datos relevantes de la historia del consultante o paciente y en relación a su dolencia o padecimiento. Consiste en hacer preguntas que contribuyan a descifrar signos y síntomas con el fin de alcanzar una conclusión que oriente las posibilidades terapéuticas.

Los consultantes o pacientes necesitan sentirse escuchados y comprendidos. Esto es de por sí terapéutico en tanto pueden sentir apoyo y lo que es muy importante, confianza frente a sus temores. Lo ideal sería que los terapeutas podamos transformar el mero cuestionario clínico en una conversación capaz de explorar la psiquis conteniendo los miedos del paciente.

El proceso psicoterapéutico es una vivencia personal única, se realiza a través de la conversación entre los protagonistas, paciente y terapeuta, y ambos necesitan saber interpretar y comprender lo que se dice, lo que no se dice, desde dónde se dice y el por qué se dice. Todo ello en medio de la espontánea confianza que va surgiendo entre ambos, tal cual sinapsis o conexión intensa y auténtica cuyo efecto es lo curativo, lo terapéutico…es como una movilización al unísono cuya fuerza del deseo curativo del paciente y el conocimiento y habilidades de terapeuta se ejecutan en una sinfonía que actuará sobre los centros nerviosos específicos consiguiendo modificar estados mentales.

Las neurociencias nos permiten afirmar hoy en día que las palabras pueden modificar el comportamiento celular. Lingüistas rusos descubrieron que el código genético sigue las mismas reglas de todas las lenguas. El poder de la palabra sobre la salud, sostenido durante milenios por diversas corrientes de pensamiento, quedaría así confirmado o por lo menos en una dimensión de exploración e investigación.

Lilian Suárez B.
COP M-18289